Entre arena y espuma…

El día de hoy amaneció, quizás parecido al de ayer al anochecer, obscuro, templado y frío, algo seco y desabrido; mortificado por el destino y el instinto. Las espumas de la esperanza se secan lentamente en mi cara, y me dejan sus marcas ovaladas, que distraen tantas miradas, y contraen las mentes enmarañadas. El desconcierto está ahogando mi mente lentamente, quisiera que lo hiciera de repente, pero no escucha mis súplicas, ni mis gritos, tan solo se detiene a escucharse a sí mismo.

Con cada paso que doy en el tiempo cada vez más me arrepiento de lo cierto y de lo incierto, quisiera abandonarme en los recuerdos, también perderme por ellos. A medida que pasa el tiempo se ve el futuro mucho más lejos. La obscuridad del pasillo de este angosto laberinto se ha tornado como él mismo, poco idílico, se siente tensamente fatídico, mientras con las vivencias y momentos todo se ha vuelto melancólico. Y siento el presente tan ausente, e ilógico.

Es más pena que encanto lo que siento con mi llanto, es mucho más rabia que ira la que siento por la vida, al pasar cada día y no ver ni una sonrisa, ni una cosquilla, mucho menos alguna caricia. Es la misma pena la que me hace bailar en el lago seco de la soledad, la que me inunda infelizmente de tantos momentos de adversidad. No sé, ciertamente, dónde quedará este juego inseguro, en el que la duda pesa más que la razón, donde el corazón sufre más por el roce, que por la ilusión.