Decadencia IV...

… Y así fue.

Cuando los espaguetis estuvieron listos, los amigos míos se alborotaron, el hambre que tenían era casi insoportable. La hermana de mi amigo procedió a avisarnos a todos que nos iría sirviendo nuestros platos uno a uno. Esos espaguetis se veían deliciosos, tan solo el aroma me dejaba entender lo rico que estaban.

Cada uno de nosotros fue pasando por la cocina, ordenadamente, a retirar su cena, e inmediatamente la tomaban de las manos de la joven, se sentaban como buenos muchachos a degustarla en los muebles de la sala, donde habían pasado gran rato jugando play station y hablando un sin fin de babosadas, entre ellos había estado yo, por supuesto.

Cuando llegó el turno para ir a buscar mis espaguetis, tomé el plato de sus manos, ella tomo el suyo de la meseta de la cocina y se sentó sola en la mesa a cenar; aunque en la sala también estaban sentados los amigos míos. Yo aún estaba de pie, no sabía qué hacer, si sentarme con los amigos, o con ella a cenar juntos en la mesa, y así aprovechar y comenzar a conocerla.

Yo estaba totalmente indeciso y contrariado, pues como nunca me había planteado la idea de conversar con ella, hasta ese momento, no sabía cual sería su reacción ante mi atrevimiento, ni qué pensaría de mí; pero algo, alguna fuerza interior me empujó, y me senté.

Lo primero que hice fue halagar su rico sazón; y ella, muy simpáticamente, me correspondió:

- “Ay muchas gracias!...”

Esa noche creo que saqué valentía de donde no tuve nunca, y la fuerza que me había hecho falta, al menos hasta ese momento; porque con todos los amigos voceándome disparates y riéndose de la acción que estaba llevando a cabo, no desmayé en proseguir con mi objetivo:

Conocerla detalladamente y convertirme en la persona más especial de su vida.

Continuará…