miércoles, diciembre 27, 2006

Decadencia X... (Parte Final)

… Al otro día desperté. Eran alrededor de las 9:45 de la mañana. Sentía un pequeño, pero molestoso, dolor de cabeza. Mis ojos de inmediato trataron de buscar a mi madre, la cual estaba entrando a la habitación justo en el mismo instante en que yo miraba hacia el llavín de la puerta, y gracias a Dios con muy buenas noticias para mí, ya me marchaba; me darían de alta en ese preciso instante.

Mi madre me levantó lentamente de la cama, tratando de no lastimarme o hacer algún movimiento brusco que causara el recrudecimiento de la cicatriz post-operatoria que tenía en mi cabeza. Muy despacio y delicadamente me vistió, cambiando la bata que me cubrió durante las semanas en las que estuve allí postrado, por unos cómodos pantalones cortos y un holgado t shirt, mientras mis pies estaban cubiertos por unas suaves sandalias que me había regalado un buen amigo unos meses atrás.

Ya en el lobby de la clínica, mientras mi madre se aprestaba a pagar los gastos clínicos, yo espera pacientemente llegar a mi casa y poder descansar, al mismo tiempo en que volvía a apoderarse de mi mente la curiosidad por saber acerca de A.P. y la razón por la cual ella no había estado en esos días a mi lado.

Inmediatamente llegamos a la casa, me recosté unas cuantas horas, para luego despertar e ingerir algún alimento casero, ya que las comidas que me proporcionaban en la clínica me tenían hastiado hasta la saciedad.

Varios días después conversé con mi madre y ella me explicó todo, al mismo tiempo me entregó un sobre con una carta que A.P. le había dejado antes de desaparecer de mi lado. Entre lágrimas, y deseando adivinar lo que decía allí, leí:

“Santo Domingo, D.N. 3 de Junio 2006

Hola Wellington,

(No te saludo como antes lo hacía, con un “Hola Bebé precioso!” porque siento que ya no lo eres más; me duele decírtelo, pero es la verdad.)

Recuerdo que mi madre siempre me decía que no eras el hombre para mí, que mi felicidad no estaba segura a tu lado. Después de esto que te ha pasado y estando alejada de ti durante todo este tiempo me he dado cuenta de que no quisiera vivir mi vida entera con un hombre con tu problema físico, me he dado cuenta de que no eres el tipo de hombre que deseo a mi lado.

Hace varios días conocí a un chico que me atrae y el cual considero sería una buena pareja para mí, estoy saliendo con él y espero poder tener un buen futuro juntos. De este mismo modo yo espero que consigas una mujer que te valore y te pueda amar, pues realmente lo mereces.

Yo espero sinceramente que esto no te haga sufrir, pues lo que he querido es ser sincera contigo, y decirte lo que siento ahora, a tener que dejarte luego de que sea tarde. Espero que me comprendas y nunca me odies por esto.

Hasta luego,

A.P.”

Estas letras causaron unas heridas tan grandes y profundas en mí, como nunca lo habría imaginado. La doblé y la guardé en una caja fuerte que tenía hacía varios años en mi closet, la misma caja fuerte donde guardé todas las cartas de amor y notas de cariño que recibía a cada instante de ella hacia mí.

Han pasado varios años de esto, y aún conservo esta carta.

Hoy estoy casado con una preciosa mujer, que me ama y me admira por sobre todas las cosas, y con la cual tengo 3 hijos hermosos y encantadores, Willy de 7 años, Laura Patricia de 5 Años y Patty Nicole de 2 años y 4 meses. Somos una familia digna de admiración, que lucha cada día más por nuestra unión y felicidad.

Hace tan solo 3 semanas supe que A.P. se había casado con un hombre adinerado, el mismo por el cual me dejó, y que su boda fue sencillamente despampanante en una iglesia de los Estados Unidos, su luna de miel en Hawai, como ella siempre lo soñó, pero tan solo duraron 10 meses de matrimonio, pues su esposo murió de sida hace algunos días. Ella tiene 4 meses de embarazo, y también está infectada.

Hace 3 días hablé con ella. No sé cómo, ni con quién consiguió mi número de celular, pero cuando contesté la llamada sus palabras fueron las siguientes:

“Hola Wellington, te habla A.P… Sé que lo más probable es que no quieras saber de mí, pero tan solo te llamo para despedirme de ti y desearte lo mejor del mundo. Espero que seas muy feliz con tu esposa, que tus hijos sean tan valiosos y admirables como tú, y sobre todo perdóname lo que yo misma nunca me perdonaré, el haberte dejado en el momento donde más necesitabas de mí.”

El teléfono colgó, al mismo tiempo que se dejaba escuchar un sollozo decadente.


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Gracias a todos por seguir esta historia hasta aquí. Ha sido un verdadero placer.


Hasta siempre.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

k bueno k le paso eso a esa maladita...el dinero no lo es todo...

Joan Guerrero dijo...

Wellington.... mucacho.. te habías desaparecido.

La historia fue genial, de verdad. Una trama espectacular.

GirlFromSantiago dijo...

Damn, Well. Siempre me había sorprendido la fuerza de tus historias, pero nunca como esta vez.

He comprobado que eres tan valioso como el personaje de tu historia...

Y ese hasta siempre... es una despedida? Espero que no. Aunque no me sorprendería. No es lo mismo todo esto...

Anónimo dijo...

Wow men me dejaste como, wtf...

y ese hasta siemore? es lo que creo que es?

- Well - dijo...

No no no, no piensen que me retiro, sino que seguiremos viéndonos, o sea, nos seguiremos leyendo siempre.. aunque sea esporádicamente. jejeje.. Gracias por los comments, son muy bien apreciados, sobre todo porque provienen de personas tan lindas como ustedes!..

Cuidaos!..

Alejandro Montero dijo...

Merry Christmas And Happy New Year..!

Well Mi Hermano, No No Puede Ser..No Hay Cariño..!

Pasame La Botella, Voy a Beber En Nombre De Ella..!