Mi camino está marcado por muchas vidas. Las huellas
imborrables y trasnochadas han lubricado una vez más el despertar de mis días.
Hace la luz de la eternidad que yo me aplaque delante de mi mente, pero sobre
todo, entre las adversidades internas que me abruman.
Y cambio la vía, obstruyo el camino. Continúo
perseverante en mi lucha contra el destino, elucubrando posibilidades infames e
inhóspitas que me abordan lentamente. Sin embargo, nada logra huir de mi
entorno.
El hastío de los parásitos visibles e invisibles ya me
agobia, me harta. Estoy débilmente ofuscado, pero la fuerza que me irradia el
más allá me conserva aún con vida. Y no sé en qué creer! si en mi actualidad
real, o en el destino inverosímil que algún día me habrá de aniquilar!...
Solo sigo divagando, paso a paso, por la tristeza que
me arropa. Y el mundo ya se ha convertido en algo más que un simple paisaje, es
actualmente un dibujo incoherente el cual debo salir a vender, quizás al mejor
postor, o tal vez al más cruel impostor; aquel que nos deslumbre con su
estupidez, o quizás con su desfachatez.