viernes, diciembre 29, 2006

Una mariposa…

Siempre había sido un fiel amante de la belleza natural, de todo lo surgido naturalmente, producto de las manos poderosas y omnipotentes de Dios. Pero para este caso específico les diré que era un fiel amante a las mariposas; había coleccionado desde las más pequeñas e insignificantes de ellas, hasta las más preciosas y coloridas mariposas que ojo humano alguno haya podido apreciar alguna vez.

Sin duda alguna, es increíble cómo algunas cosas insignificantes pueden cambiar de manera drástica la vida del ser humano; y yo, lo que menos imaginaba era que ese día una mariposa, un insecto al cual yo le había tomado tanto aprecio y cariño, y que se había convertido en una de mis más preciadas criaturas naturales, acabaría por “traicionarme”.

Esa tarde venía de regreso, luego de visitar a varios clientes en la Romana, pueblo este al cual había pensando seriamente mudarme, y así vivir un poquito más cerca de la naturaleza, como también disfrutar grandemente de las mariposas que por allí paseaban a cada instante. La carretera estaba solitaria pero calurosa, se veía larga y ancha, y los camiones, autos y autobuses pasaban solo cada cierto tiempo, pero las mariposas ocupaban lugares de los vehículos, habían de todos colores y tamaños, de todas las clases y para todos los gustos, y yo me divertía contándolas y disfrutando de su volar, y sonreía de ver la forma cómo esquivaban los carros que les pasaban cerca en algunos momentos... O ellas cerca a estos?...

El sol golpeaba fuertemente mi rostro; el sueño se apoderaba más de mí por cada metro/segundo recorrido. La brisa fresca entraba a grandes rasgos en mi vehículo, esparciéndose por todo su interior, y desorganizando el gran número de papeles y hojas sueltas que tenía tiradas en el asiento trasero. La música del radio ya casi se me hacía muda, pues el sueño me estaba tratando de vencer. Estuve empeñado en mantener mis ojos abiertos en todo momento, de par en par, buscando no descuidarme y cerrarlos.

En ese momento buscaba acomodarme un poquito en mi asiento, ya que se estaba empezando a adormecer mi pierna derecha, pero de repente una mariposa amarilla, radiante como el sol que me quemaba esa tarde, se estrelló contra el cristal delantero de mi vehículo, causando a sí misma su muerte. Inmediatamente me apresté a activar el limpiavidrios y de esta forma quitar el sucio que dejó, con el agua que vierte los conductos destinados para esto; pero al parecer el conducto que dispara el agua del lado mío estaba un poquito fuera de lugar, ya que cuando el agua salió, y el limpiavidrios secó esa parte, el agua cayó a lo interno de la puerta de mi carro, lo que de inmediato me movió a tomar la pequeña toalla blanca, que tenía el logo una de mis cabañas preferidas en el centro, que estaba debajo de mi asiento, para secar la puerta y el lado completo que se había mojado, así que de prisa traté de secar todo el mojadero, no percatándome de que al momento de yo agachar mi cabeza para buscar la toalla y salir de ese atolladero, venía una guagua, la cual conjuntamente con la mariposa, se había llevado mi vida.

miércoles, diciembre 27, 2006

Decadencia X... (Parte Final)

… Al otro día desperté. Eran alrededor de las 9:45 de la mañana. Sentía un pequeño, pero molestoso, dolor de cabeza. Mis ojos de inmediato trataron de buscar a mi madre, la cual estaba entrando a la habitación justo en el mismo instante en que yo miraba hacia el llavín de la puerta, y gracias a Dios con muy buenas noticias para mí, ya me marchaba; me darían de alta en ese preciso instante.

Mi madre me levantó lentamente de la cama, tratando de no lastimarme o hacer algún movimiento brusco que causara el recrudecimiento de la cicatriz post-operatoria que tenía en mi cabeza. Muy despacio y delicadamente me vistió, cambiando la bata que me cubrió durante las semanas en las que estuve allí postrado, por unos cómodos pantalones cortos y un holgado t shirt, mientras mis pies estaban cubiertos por unas suaves sandalias que me había regalado un buen amigo unos meses atrás.

Ya en el lobby de la clínica, mientras mi madre se aprestaba a pagar los gastos clínicos, yo espera pacientemente llegar a mi casa y poder descansar, al mismo tiempo en que volvía a apoderarse de mi mente la curiosidad por saber acerca de A.P. y la razón por la cual ella no había estado en esos días a mi lado.

Inmediatamente llegamos a la casa, me recosté unas cuantas horas, para luego despertar e ingerir algún alimento casero, ya que las comidas que me proporcionaban en la clínica me tenían hastiado hasta la saciedad.

Varios días después conversé con mi madre y ella me explicó todo, al mismo tiempo me entregó un sobre con una carta que A.P. le había dejado antes de desaparecer de mi lado. Entre lágrimas, y deseando adivinar lo que decía allí, leí:

“Santo Domingo, D.N. 3 de Junio 2006

Hola Wellington,

(No te saludo como antes lo hacía, con un “Hola Bebé precioso!” porque siento que ya no lo eres más; me duele decírtelo, pero es la verdad.)

Recuerdo que mi madre siempre me decía que no eras el hombre para mí, que mi felicidad no estaba segura a tu lado. Después de esto que te ha pasado y estando alejada de ti durante todo este tiempo me he dado cuenta de que no quisiera vivir mi vida entera con un hombre con tu problema físico, me he dado cuenta de que no eres el tipo de hombre que deseo a mi lado.

Hace varios días conocí a un chico que me atrae y el cual considero sería una buena pareja para mí, estoy saliendo con él y espero poder tener un buen futuro juntos. De este mismo modo yo espero que consigas una mujer que te valore y te pueda amar, pues realmente lo mereces.

Yo espero sinceramente que esto no te haga sufrir, pues lo que he querido es ser sincera contigo, y decirte lo que siento ahora, a tener que dejarte luego de que sea tarde. Espero que me comprendas y nunca me odies por esto.

Hasta luego,

A.P.”

Estas letras causaron unas heridas tan grandes y profundas en mí, como nunca lo habría imaginado. La doblé y la guardé en una caja fuerte que tenía hacía varios años en mi closet, la misma caja fuerte donde guardé todas las cartas de amor y notas de cariño que recibía a cada instante de ella hacia mí.

Han pasado varios años de esto, y aún conservo esta carta.

Hoy estoy casado con una preciosa mujer, que me ama y me admira por sobre todas las cosas, y con la cual tengo 3 hijos hermosos y encantadores, Willy de 7 años, Laura Patricia de 5 Años y Patty Nicole de 2 años y 4 meses. Somos una familia digna de admiración, que lucha cada día más por nuestra unión y felicidad.

Hace tan solo 3 semanas supe que A.P. se había casado con un hombre adinerado, el mismo por el cual me dejó, y que su boda fue sencillamente despampanante en una iglesia de los Estados Unidos, su luna de miel en Hawai, como ella siempre lo soñó, pero tan solo duraron 10 meses de matrimonio, pues su esposo murió de sida hace algunos días. Ella tiene 4 meses de embarazo, y también está infectada.

Hace 3 días hablé con ella. No sé cómo, ni con quién consiguió mi número de celular, pero cuando contesté la llamada sus palabras fueron las siguientes:

“Hola Wellington, te habla A.P… Sé que lo más probable es que no quieras saber de mí, pero tan solo te llamo para despedirme de ti y desearte lo mejor del mundo. Espero que seas muy feliz con tu esposa, que tus hijos sean tan valiosos y admirables como tú, y sobre todo perdóname lo que yo misma nunca me perdonaré, el haberte dejado en el momento donde más necesitabas de mí.”

El teléfono colgó, al mismo tiempo que se dejaba escuchar un sollozo decadente.


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Gracias a todos por seguir esta historia hasta aquí. Ha sido un verdadero placer.


Hasta siempre.

domingo, diciembre 24, 2006

...

Muchas felicidades y próspero año 2007 para todos ustedes, mis queridos y estimados lectores. Dios colme de dicha y felicidad este y todos los años venideros de sus vidas. Mucha salud y prosperidad para ustedes y sus familiares.

Dios les bendiga mucho siempre!...

Con aprecio...

Well.

sábado, diciembre 09, 2006

Decadencia IX...

Cuando volví a despertar habían pasado varias semanas de haber estado en coma; muchas cosas habían pasado en esos días, las cuales supe un tiempo después. La razón de mi estado coma fue un tumor cerebral maligno que descubrieron los doctores cuando me llevaron al médico aquella mañana en la que quedé inconsciente a un lado de la avenida. Tuvieron que intervenirme de inmediato quirúrgicamente, luego de realizarme varios exámenes rutinarios y análisis, en los cuales una radiografía electromagnética dejó al descubierto esta terrible enfermedad que me carcomía la vida sin yo darme cuenta.

Mi madre estaba a mi lado derecho cuando desperté esa mañana del lunes 7 de Junio, mis ojos no se lograban abrir bien, pues la luz me molestaba increíblemente, y no era para menos, después de tanto tiempo con los ojos cerrados y sin ver la claridad del sol tan solo un segundo. Ella se asombró, e inmediatamente la vi dejar salir dos lágrimas por cada uno de sus ojos, se llenó de emoción y alegría al sentir mi mano agarrar la suya y preguntarle:

- Mami, qué ha pasado? Qué hago aquí?
- Nada mi amor! no tienes de qué preocuparte; al contrario, alégrate!, porque has nacido de nuevo!...

Yo no lograba comprender lo que ella me decía, pero tampoco me interesaba mucho saberlo en ese momento… lo que más me interesaba saber era dónde estaba A.P.

- Mami, dónde está A.P.? Quiero verla!… Por qué no está aquí, contigo!?...
- Mi hijo, no te preocupes! yo estoy aquí contigo, que es lo importante; cálmate, descansa…

En ese mismo momento me entró un sueño tan grande como si no hubiera dormido durante días, así que involuntariamente me quedé dormido…

Al otro día desperté, era casi al medio día, me sentía mucho mejor. Mi cuerpo se sentía mucho más fuerte y enérgico. Al no ver a mi madre en la habitación comencé a gritar para que viniera, ella entró con los ojos hinchados, rojos y aguados, me di cuenta de que había llorado mucho. Le pregunté:

- Mami, qué te pasa? Por qué lloras?...
- Por nada mi hijo, luego sabrás todo lo que ha pasado en estos días… recuerdas que desde pequeño te decía que todo tiene su tiempo, y que todo llega solo cuando Dios lo desea?...
- Sí mami, lo recuerdo…
- Pues es hora de ponerlo en práctica.

Con un guiño de ojo me dejó entender que no me desesperara por saber todo lo que había pasado en esos días en los que estuve convaleciente. Yo tampoco me apresuré por saber, actitud esta que con el paso del tiempo me había costado mucho aprender a tomar, ya que de pequeño siempre fui muy desesperado y curioso por saber las cosas.

Continuará…